Nadia Elena Comăneci nació un 12 de noviembre de 1961 en Rumania; hija de Gerorghe y Stefania-Alexandrina. Su nombre, Nadia, se inspira en Nadezhda (del ruso: Esperanza). En 1970 inicia su carrera como miembro del equipo nacional rumano a cargo del entrenador Bela Karolyi y su esposa. A los 13 años Nadia Comăneci tuvo su primer éxito importante: ganó tres medallas de oro y una de plata en el Campeonato Europeo de Gimnasia en Skien, Noruega. En 1975 –un año después- la gimnasta superó con cuatro victorias individuales a la rusa Ludmila Turishcheva, la penta campeona de Europa, y se alzó con la primera posición en la clasificación general individual de las competiciones preolímpicas de Montreal. Ese mismo año, Associated Press la eligió Atleta del Año.
1976 fue el año de Nadia. Logro dominar la complicada salida de su ejercicio de barras asimétricas con el imposible doble mortal de espaldas. Un ejercicio que nadie en su época realizaba, lo que le valió hacerse de la victoria en la Copa América de NY. A los catorce años de edad llega en su plenitud competitiva los Juegos Olímpicos de Montreal. Canadá. La pequeña rumana es la primera gimnasta que logró la puntuación perfecta de 10 en Olimpiadas[1], otorgada por unanimidad de los jueces[2]. Ganó tres medallas de oro: general individual, barra de equilibrio y paralelas asimétricas; una de plata: general por equipos; y una de bronce en ejercicios de suelo.
A partir de entonces su vida se convirtió en una controversial historia de lucha contra el estigma del éxito juvenil. Para 1978, alejada de su natural figura y gracia, llega al Campeonato del Mundo con sobre peso y fuera de forma. Una caída en las barras asimétricas la relegó al cuarto puesto de la clasificación final, pero su talento le dio a ganar en su especialidad: la barra de equilibrio.
Se especulaba de las indisciplinas de Comăneci, y de la desatención de Karolyi; pero la dupla rumana maestro-alumna regresan el siguiente año (1979) para hacer de Nadia, la primer gimnasta de todos los tiempos en conquistar tres títulos europeos consecutivos. Fue a finales de ese año, en el campeonato del mundo, en diciembre, que hubo de ser hospitalizada antes de comenzar el programa libre, por un desangramiento producto de una herida en el brazo durante los entrenamientos. Su espíritu heróico la hizo escaparse del el hospital y competir por el equipo rumano en la barra de equilibrio, consiguiendo su primera medalla de oro por equipos con una calificación de 9.95.
En los JO de Moscú, en 1980, ya en su días de retiro de las competencias, clasificó en el segundo lugar individual de la tabla general. Su rival rusa Yelena Davidova, la había, por fin, superado. En su libro Cartas a una joven gimnasta Nadia Comăneci afirma de esta derrota que «aquel día, Yelena, simplemente lo hizo mejor». Sin embargo, continúo imbatible en la barra de equilibrio y obtuvo su primera medalla de oro olímpica en su principal adversidad: el piso.
Esto era un símbolo de la madurez artística entre dos ejercicios oponentes en demanda: La barra de equilibrio que exige un poderoso y sobrio dominio técnico, y el piso, que demanda expresión y gracia. Nadia, nuevamente, cerraba su círculo perfecto.
En noviembre de 1989 se fugó a los Estados Unidos, donde actualmente radica.
[1] Dato curioso: El tablero eléctrico contaba sólo con espacio para un entero y un decimal, por lo que el sistema anunció la calificación mínima, un 1.0,
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